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No es un misterio para nadie, que en Bangladesh, las condiciones laborales son paupérrimas, no sólo para hombres y niños, sino también para mujeres.

Los hogares más pobres del país, trabajan a pesar de las malas condiciones laborales, porque es su primera necesidad, y si no trabajan, no comen. Hay familias que lo hacen porque tienen muchos hijos, otros porque la familia los empuja a colaborar, con hermanos o otros familiares.
En donde más se notan los cambios en las vidas de las mujeres, es en las zonas rurales, donde están teniendo una participación mucho más activa.

Según un informe del Banco Mundial del año 2006, la igualdad de género es hacer economía inteligente. Este argumento sugiere que los gobiernos deben invertir en las mujeres y las niñas, a fin de obtener una mayor productividad económica y social. Los cambios que se vayan produciendo, van generando inevitablemente un mayor empoderamiento de las mujeres.

Hay activistas que han ido publicando los costos económicos de la violencia doméstica en Bangladesh, pero consideran que falta mucho para concientizar de manera seria a la población.

Una parte de la campaña de concientización, tiene que considerar no sólo lo que sería la incorporación de la mujer al trabajo, sino también lo que son las condiciones de trabajo, y su cambio de rol en la familia y la comunidad donde está inserta.

Esto de hacer cambios culturales profundos, no es algo que se consiga de la noche a la mañana, y menos aún considerando el entorno religioso, los fanatismos ya consagrados en la sangre de toda una generación y las costumbres que hacen de este pueblo, un pueblo difícil. La economía del país además, no ayuda mucho para conseguir la cooperación, ya que así como están las cosas, todo se hace empujado por la primera necesidad, la de sobrevivir, sea al costo que sea.

Vía/ Guardian, Foto/ (Anduze T.) flickr

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