Aunque parezca normal hablar de la hora punta, porque en todas partes del mundo la hay, creo que mención especial merece la de Bangladesh, simple y sencillamente porque es tan desordenada y caótica, heterogénea e inverosímil que sorprende.

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Imaginen que un pueblo dominado por la población musulmana, hasta el 2004 fue gobernado por dos mujeres. Suena increíble y lo es. Pero el foco está en la hora peak, y de eso es de lo que quería hablar ahora, del caos que se origina por las principales calles y avenidas, donde circulan triciclos, bicicletas, autos y buses, todos pilotados mayoritariamente por hombres premunidos con camisas y sandalias, muy ligeros de ropa a pesar que en cualquier minuto se puede desatar una lluvia que los dejara a todos embarrados.

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Este desorden y caos me recuerda ciertas ciudades peruanas, donde los bocinazos avisan la llegada y los gritos señalan los recorridos de los buses, esto por el alto analfabetismo de la zona, donde los letreros no sirven de nada. Las señales del tránsito son nulas, y el empujón o el atropello avisan.

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Yo me volvería loca en un lugar así, y creo que el olor que debe haber por las calles no debe estar muy lejos del que mana un caballo sudado. A menos que los genes de los musulmanes sean tan similares a los japoneses, que casi no emiten olores. A todo esto, los japoneses son prácticamente los únicos visitantes que llegan en masa a Bangladesh, por eso, no es raro que todos los lugareños pregunten si uno es de Japón.

Fotos: heybrian

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