Bajo la capa negra que cubre las playas de Chittagong, se esconde la arena que podría acoger a los visitantes que quisieran llegar a ellas a tomar sol. La contaminación es tan grande, que pensarlo siquiera es algo inviable.
Ni siquiera se pueden ver los antiguos pueblos pesqueros que antes rodeaban la costa, ya que están muy contaminados con químicos. Pero dentro de todo lo malo, incluso con la basura, algunos consiguen hacer buenos negocios, y es así como nace la industria de vender barcos cargueros y sus partes.
Los empresarios bengalíes revenden a los propietarios de barcos más pequeños, todas las partes que componen un buque. Todo esto se da porque cada año al menos unos cincuenta cargueros son abandonados y desmantelados frente a la costa. La industria del desguace de grandes buques ya es una industria de millones de euros, aunque sea una actividad ilegal, anti ecológica y peligrosa para los hombres que trabajan en ella.
Aparte de las partes que buques, los comerciantes también se benefician comercializando la chatarra que resulta. El modo de hacer el negocio, es vender el barco a un bróker de Londres para que le cambie la bandera por la de un país que no haya firmado la Convención de Basilea sobre Basura Peligrosa, que tiene prohibido vender a países que no sean miembros de la OCDE, entonces, este bróker lo revende al empresario que lo desguaza en destino.
Los dueños de un barco pueden ganar unos 300 dólares por tonelada, mientras que los intermediarios pueden ganar unos 200 y el reducidor de chatarra, puede multiplicar hasta por 5 esos 500 dólares por tonelada. Para hacerse una idea, un barco pesa unas 20.000 toneladas.
Las partes más apetecidas son los motores, que se revenden como generadores eléctricos o para otros barcos más pequeños en el mercado local. El acero se manda a reducir con los mismos desguazadores.
Debido a todos los daños medioambientales que produce este negocio, el gobierno ha introducido penas de cárcel, y aunque el negocio se ha reducido de unos 100 a 40 buques por año. Los que trabajan en esto, cuidan su negocio con uñas y dientes, y si ven algún periodista por ahí, no se va sin ser amenazado de muerte al menos.
Lo que se busca con la regulación de este negocio, es dejar de contaminar las aguas costeras, con restos de petróleo, asbesto y PVC, sin dejar de lado la importación de buques, ya continúa siendo permitida, por lo que el horizonte es llegar a desarrollar una industria como la China, donde desguazan barcos sin poner en peligro al ecosistema ni a la gente.
Vía/ Elpais